Mons. Estanislao: Todos somos piedras vivas en la construcción de nuestra Iglesia.

¿Somos piedras vivas o somos piedras cansadas, tristes  e indiferentes? cuestionó el Obispo Auxiliar de Santa Cruz, Monseñor Estanislao Dowlaszewicz al presidir este domingo la Eucaristía desde la Catedral Metropolitana de nuestra ciudad.

Santa Cruz, 17 de mayo de 2014 (iglesiaSCR).- El prelado invitó a todos los fieles a ocupar el lugar que a cada uno le corresponde en la construcción del Reino de Dios desde la Iglesia en Santa Cruz “Que feo es ver a cristianos, cansados, tristes e indiferentes” insistió. Les invitamos a leer la homilía completa a continuación:

Queridos hermanos y hermanas en Cristo:

Continuamos en el tiempo de Pascua, ya es la quinta semana. Como comunidad de los creyentes nos hemos reunido esta mañana en La Catedral, muchos en el país siguen esta celebración a través de los Medios de Comunicación e internet, en sus hogares, hospitales o en el campo o en la carcel. A todos ellos un saludo pascual que siempre está actual… Cristo vive, Cristo ha resucitado.

Nos unimos tambien en accion de gracias con el Vicariato Apostolico de Reyes por tener al nuevo Obispo Auxiliar, Mons. Waldo Barrionuevo que fue ordenado el día 14 de mayo de la semana pasada y tambien con la iglesia de La Paz que el dí 5 de junio va a ordenar a dos nuevos obispos auxiliares.

Queridos hermanos,

Estamos en el mes de mayo que tradicionalmente recordamos como mes de María. La Madre de Dios es fruto de la Pascua del Señor desde el Viernes Santo. En la cruz, Jesús nos la ofreció como madre y nos vinculó para siempre a ella como hijos. Es tiempo de leer el Evangelio de Jesús con María y renovar nuestra vinculación con la Madre de la Iglesia.

Acoger a María significa siempre acoger al Espíritu Santo, protagonista del tiempo de Pascua. Vivir a la sombra de la Palabra de Dios que tomó carne en su vientre virginal. Contemplar a y con María es volver a Jesús y al evangelio, porque María nos dice constantemente “Hagan lo que El les diga”.

En el tiempo de la Pascua, el Evangelio de hoy nos lleva de nuevo al marco de la última Cena. Al final de la última cena, los discípulos comienzan a sentir que Jesús ya no estará mucho tiempo con ellos. La salida precipitada de Judas, el anuncio de que Pedro lo negará muy pronto, las palabras de Jesús hablando de su próxima partida, han dejado a todos desconcertados y abatidos. ¿Qué va ser de ellos?

Jesús capta su tristeza y su turbación. Su corazón se conmueve. Olvidándose de sí mismo y de lo que le espera, Jesús trata de animarlos: “Que no se turbe su corazón; creen en Dios y creen también en mí”. Más tarde, en el curso de la conversación, Jesús les hace esta confesión: “Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí”. No lo han de olvidar nunca.

Es en este contexto en el que Jesús dirige estas palabras a sus discípulos. Previamente les ha hablado del servicio y del amor sin límites, y de cómo Él les ha dado ejemplo para que ellos también lo hagan. Ahora les habla de un camino, de que Él es el CAMINO, y de que la meta de ese camino es “la casa de mi Padre”. En la medida en que nosotros vamos siguiendo ese camino que Jesús nos propone, nos iremos acercandonos más a Él, compartiendo su misma vida, su destino final, uniéndonos más a Dios hasta nuestro encuentro definitivo con Él en “su casa”.

Pero los discípulos también tienen dudas, no todo es perfecto y maravilloso, en el camino también encuentran obstáculos y no acaban de entender bien lo que Jesús les propone. Tomás pide seguridad de que el camino que van a recorrer es el correcto. Felipe quiere asegurarse de que ese camino es el que lleva verdaderamente a Dios.” Muestranos el camino”.  Y Jesús contesta que Él “es el camino y la verdad y la vida”, que el Padre y Él son uno solo y que “quien me ha visto a ha visto al Padre”, y quien conoce a Jesús está conociendo también a Dios, porque sólo a través de Jesús podemos llegar a Dios, porque él es la “puerta”, (como veíamos la semana pasada).

¿Quién es el maestro de la Humanidad que se ha atrevido a pronunciar palabras semejantes?

Jesús nos viene a decir:

* No les enseño ningún camino. Yo soy el camino, que los lleva a Dios. Ser el camino es muy diferente que enseñar un camino…

* No les enseño verdades. Yo soy la verdad, algo muy distinto      que sentarse en una cátedra e impartir lecciones…

* No les digo dónde está la vida, cómo la pueden alimentar, conservar y alargar. Yo soy la vida, y quien se me une, quien se me da, quien me come, tiene la vida eterna, como yo la tengo de mi Padre.

Estas cuestiones las ha suscitado la primera propuesta de Jesús, que les ha dicho:

– “En la casa de mi Padre hay muchas habitaciónes, y voy allí a prepararles un lugar. Cuando haya ido y les haya preparado un lugar, volveré otra vez para llevarlos conmigo a fin de que donde Yo esté, esten tambien ustedes.”

¿Quién en el mundo se ha atrevido jamás a pronunciar palabras como las que hoy escuchamos a Jesús? Nadie.

Queridos hermanos

A Jesús le gustaba mucho usar las comparaciones de la vida cotidiana para hablar del Reino de Dios. Inventaba parábolas para que la gente comprendiera. Otras veces usaba imágenes cercanas a la vida y la cultura del momento, como la del Buen Pastor, que escuchábamos la semana pasada, o las de hoy: “Yo soy el camino; yo soy la verdad; yo soy la vida”. Los discípulos también aprendieron a hacerlo. Hoy Pedro utiliza tambien esa misma estrategia para hablar a sus hermanos. Les dice, y nos dice: “Ustedes son PIEDRAS VIVAS”. Unas piedras que construyen un templo, pero no un templo material, sino el “templo del Espíritu”, es decir, la Iglesia.

Cada uno de nosotros somos una de esas piedras que hacemos posible la Iglesia, y Cristo es la piedra angular, la piedra en la que se apoyan todas las demás, una piedra desechada por los hombres, pero escogida por Dios. Y dice más: “el que crea en ella, no quedará defraudado”. Cada piedra ocupa su lugar en la construcción del templo del Espíritu. Y es precisamente el Espíritu el que nos va diciendo a cada uno dónde debemos estar, dónde colocarnos. A eso en la Iglesia le llamamos la vocación. También en la primera comunidad cristiana iban surgiendo diversas vocaciones, diversos carismas que hacían que cada uno descubriera su sitio y su lugar. Han dicho los Apostoles: “No es justo que descuidemos el ministerio de la Palabra de Dios para ocuparnos de servir las mesas. Es preferible, hermanos,que busquen entre ustedes a siete hermanos de buena fama, llenos deL Espiritu Santo y de sabiduría, y los encargaremos de esta tarea; nosotros nos dedicaremos a la oración y al ministerio de la palabra”.

Unos se dedican a la administración, otros a la oración y al ministerio de la Palabra… cada uno según su carisma y según su vocación. Así surgen los primeros diáconos de la Iglesia, 7 diáconos con una misión específica en la comunidad, al servicio de la construcción del templo del Espíritu, como piedras vivas.

“¡Nadie es inútil en la Iglesia! Y si alguien, por casualidad, dice, cualquiera de ustedes: “ve a casa, tú eres un inútil”, ¡eso no es verdad! ¡Nadie es inútil en la Iglesia: todos somos necesarios para construir este templo! Nadie es secundario: “Ah, yo soy el más importante en la Iglesia!”: ¡no! ¡Todos somos iguales ante los ojos de Dios, todos, todos!” Nadie es anónimo: todos formamos parte y construimos la Iglesia. Pero esto nos invita también a reflexionar sobre el hecho de que si falta el ladrillo de nuestra vida cristiana, le falta algo a la belleza de la Iglesia. Y, si algunos dicen, “Ah, yo con la Iglesia, no, yo no tengo nada que ver.”¡Pero entonces faltará el ladrillo de tu vida, en este hermoso templo! Nadie puede salir. Todos tenemos que llevar a la Iglesia nuestra vida, nuestro corazón, nuestro amor, nuestro pensamiento, nuestro trabajo… Todos juntos!”

¿Cómo vivimos nuestro ser Iglesia? ¿Somos piedras vivas, o somos, piedras cansadas, aburridas, indiferentes? Que feo es un cristiano cansado, triste, indiferente. El cristiano debe ser vivo, alegre de ser cristiano, debe vivir esta belleza de hacer el Pueblo de Dios que es la Iglesia.

Queridos hermanos

¿Cuál es tu papel en esta construcción? ¿Qué lugar ocupas tú como “piedra viva” de esta Iglesia que camina en esta ciudad de Santa Cruz, en tu barrio? ¿Te sientes apoyado en Jesucristo, la piedra angular? ¿Edificas tu vida desde él y sobre Él? Son preguntas que nos podemos hacer a la luz de la Palabra de Dios de hoy para ir revisando nuestra vida cristiana. Que tengas hoy unos minutos para reflexionarlas y proponte alguna acción que mejore tu condición de “piedra viva.  No te olvides de que tu mismo hermano o hermana eres indispensable e muy importante como piedra viva en en esta construcción que es la iglesia.

Queridos hermanos

Los bautizados, los discípulos de Jesús, serán  a lo largo de toda la historia signo de contradicción, van a tener que pasar por dificultades, incomprensiones, discriminaciones y persecuciones. La etapa histórica que nos ha tocado vivir  no es una excepción. La Iglesia de Jesucristo, y cada uno de sus miembros, estaremos luchando siempre –también hoy- en contra de la corriente reinante, y teniendo que pasar por la incomprensión o persecución, como consecuencia, entre otras causas del secularismo, del relativismo moral, extendidos en nuestra sociedad. En ese contexto hemos escuchado el evangelio proclamado. En él queda reflejada la preocupación de Jesús en relación a las circunstancias adversas de sus discípulos, a largo y a corto plazo.

En una homilía en la residencia de Santa Marta (4-3-2014), decía el Papa Francisco: Nosotros … también tendremos la persecución… con la palabra, las calumnias, las cosas que decían de los cristianos en los primeros siglos, las difamaciones, la cárcel… Pero nosotros olvidamos fácilmente…. Les digo que hoy hay más mártires que en los primeros tiempos de la Iglesia. Ésta es la realidad, ante la cual el evangelio de hoy nos invita: “ no pierdan la calma, creen en Dios y creen también en mí”. La Iglesia, en general, y los cristianos, en particular, tenemos el peligro de  perder la calma ante las dificultades y caer en el derrotismo, en el desánimo o la falta de esperanza, como de hecho les ocurrió a los dos de Emaús. Movidos por la fe en Cristo, que nunca falla y que ha prometido estar con nosotros hasta el fin del mundo, hemos de afrontar cualquier tipo de problema con la confianza de que, para los que aman a Dios, todo les sirve para bien, tal como enseñaba san Pablo.

Nuestra seguridad y esperanza no se fundamentan en las fuerzas o medios humanos. Nuestro fundamento es Cristo que es el camino, y la verdad, y la vida.

El compromiso personal de hoy ha de ser, poner los medios para que Cristo sea el centro de nuestra vida. Esto exige un trato íntimo y personal con el Maestro en la oración y en los sacramentos recibidos con frecuencia y con piedad. Es necesario, además, ir adquiriendo un conocimiento mayor de su persona y de su doctrina, mediante la lectura del Nuevo Testamento y  la participación en medios de formación cristiana, como la catequesis, también la de adultos. A un mayor conocimiento de Cristo, se seguirá un mayor amor hacia su persona; y a un mayor amor, un mayor compromiso con Él y con su causa que es la Evangelización.  Con Cristo lo podemos todo, sin Él nada podemos.

La Virgen, que nos acompaña en el camino, nos ayude a caminar sin apartarnos nunca de Cristo, para vivir toda la eternidad en una de las muchas habitaciónes  que Él dijo que había en la casa del Padre.

Oficina de prensa del Arzobispado de Santa Cruz.

Comments

comments

Deja un comentario